El café colombiano no ofrece condiciones justas de trabajo: alojamientos precarios, largas jornadas laborales e informalidad en la cosecha del grano

El café colombiano no ofrece condiciones justas de trabajo: alojamientos precarios, largas jornadas laborales e informalidad en la cosecha del grano

Por Poliana Dallabrida y fotos Fernando Martinho*

São Paolo.- Producido en montañas de más de dos mil metros de altura, con un clima suave y un suelo volcánico rico en nutrientes, el café de Colombia es famoso por su alta calidad. Como desde hace tres siglos, los granos colombianos se cosechan a mano y dan como resultado una bebida suave y apreciada en muchas partes del mundo. Para algunos expertos, estas características le han otorgado el título de mejor del mundo.

Empresas como Starbucks y Nestlé utilizan estas características para añadir valor a su producto vendiendo café “100% colombiano”, reforzando sus marcas con grano de alta calidad.

En 2024, el país cosechó 14,7 millones de sacos de café, la mayor producción en 29 años, según la FNC (Federación Nacional de Cafeteros de Colombia). Con esta cosecha, el país se convirtió en el tercer productor mundial de café, por detrás de Brasil y Vietnam. De los 14,7 millones de sacos cosechados, el 85% se exportó. Estados Unidos fue el destino del 40% de las exportaciones de café colombiano.

Entre agosto de 2024 y enero de 2025, el café colombiano fue enviado a gigantes multinacionales del rubro cafetero como Olam, NKG y Louis Dreyfus, según datos de aduanas a los que tuvo acceso Repórter Brasil. Estas son algunas de las empresas encargadas de distribuir el café, aún verde, a las compañías que lo tuestan y lo venden al consumidor final.

Las ya mencionadas Starbucks y Nestlé, así como nombres menos conocidos como Jacobs Douwe Egberts, propietaria de las marcas L’OR, son algunos de los tostadores que compraron granos colombianos durante este periodo.

Aunque el 96% de las áreas agrícolas colombianas sea de pequeñas propiedades de hasta cinco hectáreas, cada año se necesitan hasta 330 mil trabajadores temporales para garantizar la cosecha del grano. Los trabajadores migrantes viajan a las zonas cafeteras, trabajan durante la cosecha y regresan a sus municipios de origen. También existe otro grupo de trabajadores conocidos como andariegos, pues no tienen domicilio fijo y se desplazan de finca en finca en busca de cafetales.

Ganando por producción, los recolectores colombianos se someten a largas jornadas de trabajo para obtener mayores ingresos. Casi no hay contratos de trabajo formales. La informalidad en el sector puede superar el 80%, según datos de una encuesta realizada en 2022 por la OIT (Organización Internacional del Trabajo).

El relieve de Colombia está marcado por las montañas de la Cordillera de los Andes. En caso de accidentes laborales, como caídas en las zonas escarpadas donde se plantan los cafetos o si se cortan con un machete, los propios trabajadores tienen que buscar tratamiento, sin seguro médico o sin que sus empleadores asuman la responsabilidad y el pago de cualquier asistencia sanitaria.

Viviendo durante meses en fincas en medio de las montañas, algunos de estos trabajadores duermen en alojamientos oscuros, sucios y mal ventilados, con literas unas junto a otras en un espacio reducido.

Este fue el panorama encontrado por Repórter Brasil (Fazendas de café na Colômbia com selo de boas práticas têm banheiro sem chuveiro), que visitó propiedades en Antioquia y Huila, dos de los 22 estados10 que cultivan el grano en el país, en enero de 2025. La investigación y el trabajo de campo de Repórter Brasil fueron acompañados por miembros de Voces por El Trabajo, organización que realiza investigaciones sobre las condiciones de trabajo en diversos sectores de la economía colombiana.

Todas las fincas visitadas tenían en común los sellos de certificación exhibidos en placas instaladas en las propiedades. Las certificaciones, en teoría, garantizan que las granjas han sido inspeccionadas y que se han confirmado las “buenas prácticas” socioambientales que allí se ofrecen.

“Cuáles son los documentos que respaldan esta certificación? ¿Una granja en la que ni siquiera llevan una lista [con los nombres de los cosechadores]?”, complementa.

Desde 2020, Campuzano coordina un proyecto que busca garantizar los derechos fundamentales en la cosecha de café en Colombia. “Nuestro sector cafetero es un área con casi 300 años de historia y no hemos logrado materializar condiciones justas de trabajo para los productores y recolectores de café”, afirma.

Aunque no es tan alarmante como los temas sociales, la deforestación para ampliar la zona de cultivo de café en el país también preocupa a los expertos. Un estudio publicado en 2022 analizó el área deforestada y sembrada con café entre 2011 y 2019 en 647 municipios de 19 estados colombianos.

El estudio reveló que el 4,6% de los municipios estaban en zonas con alta deforestación y producción de café.

Las preocupaciones medioambientales también vienen impulsadas por los nuevos requisitos comerciales para la exportación del producto. El Reglamento de la Unión Europea contra la Deforestación (Eudr), aprobado en 2023, prohíbe la importación de café, soja, ganado, madera, caucho, cacao y aceite de palma procedentes de zonas deforestadas a partir de 2020.

La aplicación del Eudr se aplazó tras las conversaciones con el sector agroalimentario, que pidió más tiempo para adaptarse a la nueva normativa. Está previsto que la nueva ley entre en vigor en diciembre de 2025 para las medianas y grandes empresas, y en junio de 2026 para las microempresas y pequeñas empresas.

El sector cafetero colombiano ha procurado prepararse para la nueva normativa desde el inicio de las discusiones europeas.

En abril de 2024, los primeros contenedores de café “libre de deforestación” se exportaron al bloque económico.

Una de las propiedades visitadas por Repórter Brasil en enero de 2025 es la Finca Los Naranjos, situado en las montañas que rodean la ciudad de Salgar, en el estado de Antioquia.

Fincas son propiedades más pequeñas que las medianas y grandes haciendas.

La Finca Los Naranjos cuenta con 300 mil cafetos. Una placa en la propiedad indica que ha sido certificada por la Fairtrade Internacional. “Cultivo sostenible”, “trabajo digno” y “relaciones comerciales justas” son los principios que defiende la organización, que cuenta con una de las certificaciones más reconocidas del mundo.

Cuando Repórter Brasil visitó la propiedad, 14 trabajadores estaban terminando de cosechar los últimos granos maduros de los cafetales de la finca. El grupo estaba formado principalmente por jóvenes venezolanos, que habían abandonado el país en 2023.

Todos los trabajadores de la propiedad eran informales, según los recolectores y el administrador de la finca. Sin embargo, este no es un caso aislado. Según un estudio realizado por la FNC (Federación Nacional de Cafeteros de Colombia) con 7.578 recolectores en 2016, solo el 1,5% de ellos tenían contratos formales de trabajo. Las cifras más actualizadas, como las presentadas en el estudio 2022 de la OIT, indican que la informalidad en la cosecha cafetera del país podría superar el 80 por ciento, como se mencionó en el capítulo anterior.

“Es una absoluta informalidad”, resume Robinzon Piñeros Lizarazo, profesor de ciencias sociales en la Universidad SurColombiana, en el estado de Huila, e investigador de las relaciones laborales en el campo en Colombia. “Esta informalidad está determinada por la relación contractual que mantienen.

Es un contrato verbal. Si preguntamos cuántos contratos formales hay, son muy pocos los que podríamos encontrar”. En la Finca Los Naranjos hasta 150 trabajadores temporales son contratados para la cosecha de café, según su administrador. También explicó que hay dos alojamientos en la propiedad, que albergan entre 35 y 40 personas.

El equipo del informe observó que en los dos ambientes se compartían literas dispuestas en habitaciones oscuras y mal ventiladas. No había armarios para guardar objetos personales. Para tener un poco más de privacidad, algunos trabajadores improvisaron cortinas con sacos de café.

Uno de los trabajadores entrevistados por Repórter Brasil fue Hermes Martínez, de 24 años.

El joven, nacido en la región de Urabá, al norte del estado de Antioquia, emigró a Salgar para recoger café. Sin contrato formal, él y otros cientos de trabajadores del sector no aportan al sistema de seguridad social y están indefensos en caso de accidente laboral. “Lo único que le importa al patrón es que yo recoja el café…”, dice el recolector, cuando se le pregunta por las condiciones de trabajo y de vida en los cafetales.

Martínez, sin embargo, dice que ya se ha alojado en lugares peores que la Finca Los Naranjos. Allí, explica, el acceso al agua potable está garantizado, lo que no siempre ocurre en otras regiones.

La Finca La Siberia está ubicada en Palermo, en el estado de Huila, el mayor productor de café de Colombia. Con seis hectáreas, se necesitan hasta 15 trabajadores temporales para la cosecha. El caficultor Lucas Quintero Vargas, de 62 años, gestiona él solo su propiedad. Dice que su producción lleva la certificación Fairtrade.

En esta cosecha, Vargas afirmó haber pagado a los trabajadores 1 mil pesos colombianos (el equivalente a 0,2 dólares) por kilo cosechado, además de proporcionarles comida y alojamiento.

Las instalaciones ofrecidas a los trabajadores, visitadas por Repórter Brasil, consistían en literas con colchones finos y sin ropa de cama. Además, dos camas estaban en el balcón, protegidas del viento solo por paños. Los tres aseos disponibles no tenían ducha ni puerta. Había también una cocina a leña para preparar comidas.

Consultada al respecto, Fairtrade dijo que era necesaria “una investigación más detallada” para confirmar que las fincas La Siberia y Los Naranjos pertenecen efectivamente a socios de cooperativas certificadas por la etiqueta (más información a continuación).

Otra propiedad visitada fue la Finca San Fernando, en el municipio de Ciudad Bolívar, en Antioquia. Con una extensión de 135 hectáreas, la finca contrata hasta 300 recolectores durante los meses de cosecha, entre septiembre y noviembre. Cuenta con cinco zonas de alojamiento, cada una de las cuales alberga hasta 60 trabajadores.

Para disponer de más privacidad, los trabajadores de la Finca San Fernando cubren con sacos de fibra los costados de las literas de su alojamiento.

“La característica principal [de los alojamientos del sector] es la de muchas personas en pocos metros cuadrados”, afirma Robinzon Lizarazo. Analizando las fotos de los alojamientos de la Finca San Fernando, el investigador dice que ha visto viviendas peores. “Aquí puedes ver el suelo de cemento. Hay luz y agua. Hay lugares sin agua o con el acceso muy alejado”.

La Finca San Fernando está certificada por Rainforest Alliance, según el administrador de la propiedad dijo a Repórter Brasil.

La Rainforest Alliance, sin embargo, afirma que aún es solo una candidata al certificado y que necesita pasar por un proceso de auditoría para obtener realmente la etiqueta (más detalles a continuación).

BUENAS PRÁCTICAS DE STARBUCKS

La Finca San Fernando también tiene la certificación C.A.F.E. Practices, programa de compra ética de café de la multinacional estadounidense Starbucks, en un cartel de la propiedad. Creado en 2004 en colaboración con Conservation International, el programa evalúa a los proveedores de café en función de más de 200 indicadores relacionados con la transparencia, la calidad y la responsabilidad social y medioambiental.

Mercado comprador

Desde la Finca los Naranjos, el café certificado se vende a la Cooperativa de Caficultores de Salgar, según el administrador de la finca entrevistado por el equipo de Repórter Brasil. La cooperativa está vinculada a la FNC (Federación Nacional de Cafeteros de Colombia).

Creada en 1927, la FNC, además de representar los intereses de los productores del país, garantiza la compra de café en más de 500 puntos de venta a 33 cooperativas. Todos los exportadores que operan en Colombia deben registrarse en la federación. La misma FNC también opera como empresa privada, exportando café colombiano.

Además de exportar café a través de FCN, la cooperativa de Salgar también vende cafés certificados al exportador Expocafé S.A., según los funcionarios de la cooperativa entrevistados por Repórter Brasil.

El caficultor Vargas dijo que entrega su producto a Cadefihuila (Cooperativa Departamental de Caficultores de Huila). En la cosecha de este año, afirma haber entregado 180 cargas de café (el equivalente a 22,5 mil kg) para la cooperativa, que también está vinculada a la FNC. Por tener el sello de certificación de Comercio Justo, el caficultor explica que recibe una bonificación de entre el 50 a 60 mil pesos por carga vendida.

Estados Unidos es un importante destino del café exportado por la FNC entre agosto de 2024 y enero de 2025, según datos aduaneros a los que tuvo acceso Repórter Brasil. Entre los clientes importantes figuran la multinacional Sucafina y Rothfos Corporation, empresa perteneciente al grupo alemán NKG, reconocido como el mayor comprador mundial de café verde. En el mismo período, Rothfos Corporation también fue el destino del café exportado por Expocafé S.A., así como Volcafé USA, empresa del grupo ED&F Man Commodities, con sede en Londres. Ambas ventas fueron a Estados Unidos.

Sucafina y Volcafé están en la lista de proveedores de café de Starbucks en 2024, al igual que la propia FCN. La federación y Expocafé también aparecen en la última lista de proveedores de cereales publicada por Nestlé en septiembre de 2023.

La producción de la Finca San Fernando se vende a varios compradores de granos en el municipio de Ciudad Bolívar, dice su administrador Luis Guillermo. El principal de ellos dice, es Cafexport, socio de la multinacional Sucafina en Colombia.

En enero, cuando fue entrevistado por Repórter Brasil, Ricardo Carillo y otros recolectores de La Arboleda ganaban 1.400 pesos por kilo de café recogido. El trabajador dice que puede cosechar una media de 98 kilos al día. Esto significa que, en periodos de alta producción y recolectando todo lo que puede durante 22 días al mes (excluyendo los fines de semana), puede ganar hasta 3 millones de pesos al mes.

Pero hay que tener en cuenta las deducciones salariales por alimentación. El descuento sobre el salario varía según el acuerdo alcanzado entre el propietario de la finca y los recolectores. En algunas fincas visitadas por el equipo, la alimentación y el alojamiento eran gratuitos, pero la cantidad pagada por kilo de café recolectado era inferior a la ofrecida en otras zonas.

Las fincas más grandes visitadas por Repórter Brasil proporcionaban alimentos, pero su valor se deducía del pago. Considerando el monto cobrado por la alimentación en La Arboleda, por ejemplo, que era de 22.000 pesos diarios, el salario mensual de Carillo caería a 2,3 millones de pesos38, el equivalente a 565 dólares. En Colombia, el salario mínimo es de 1,4 millones de pesos, que corresponden a 343 dólares.

Pero los ingresos superiores al mínimo no están garantizados. Sin un salario mínimo establecido en un contrato, los ingresos de los trabajadores del campo varían mucho. Pueden recoger menos café si, por ejemplo, hay días consecutivos de lluvia o si se enferman. El estudio publicado en 2022 por la OIT en Colombia señalaba que los recolectores de café del país que cobran por producción pueden ganar por debajo del salario mínimo nacional.

“Esta dependencia del esfuerzo individual, medido en kilos cosechados, puede llevar a que los trabajadores vendan su fuerza de trabajo en temporada baja a cambio únicamente de comida y alojamiento”, dice un fragmento de la investigación. “Está en la ley [garantizar] el salario mínimo, pero no siempre se la cumple”, añade Fabio González, director del Ministerio de Trabajo en Antioquia.

QUÉ DICEN LAS CERTIFICADORAS Y LAS EMPRESAS CAFETERAS

Cuando cuestionada por las condiciones de trabajo en las fincas visitadas por Repórter Brasil con certificado de buenas prácticas, Fairtrade afirma que, en el caso de los pequeños productores -como los cafeteros asociados a cooperativas-, las fincas no están certificadas individualmente. Por ello, dijo que era necesaria “una investigación más profunda para confirmar que las propiedades denominadas ‘Finca La Siberia’ y ‘Los Naranjos’ son propiedad de miembros de una cooperativa con certificación Fairtrade”.

La organización dijo que había remitido los casos a Flocert, la certificadora independiente responsable de verificar las violaciones de las normas de Fairtrade. También se notificó a la Clac (Coordinadora Latinoamericana y del Caribe de Pequeños Productores y Trabajadores de Comercio Justo) para que diera seguimiento a las denuncias presentadas. “Cada denuncia se analiza caso por caso. Si se detectan infracciones de nuestras normas, actuaremos como corresponda”, respondió Fairtrade.

Repórter Brasil también señaló a Fairtrade que en los criterios que deben seguir los productores asociados a organizaciones de pequeña escala no se presenta ningún criterio sobre las condiciones de alojamiento de los trabajadores temporales. Incluso los agricultores considerados pequeños productores contratan mano de obra cuando se cosecha el grano.

Esto es lo que ocurre en la Finca Los Naranjos, donde laboran hasta 150 trabajadores por cosecha. Con esta clasificación de pequeño productor, el cafetalero no cuenta con los parámetros mínimos exigidos por el ente certificador en cuanto a las condiciones que debe ofrecer al hospedar trabajadores temporales durante la cosecha.

La organización declaró que “reconoce que debe esforzarse más por garantizar que los beneficios de Fairtrade lleguen a los trabajadores de las fincas de pequeños agricultores, incluidos los trabajadores temporales, estacionales y migrantes”. Sin embargo, la organización señaló, “muchos agricultores ganan muy poco y algunos solo venden una parte de su producción en condiciones Fairtrade, por lo que exigirles que proporcionen alojamiento a los trabajadores es una tarea difícil”.

Rainforest Alliance ha declarado que la Finca San Fernando aún no ha sido certificada por la organización. A pesar de haber solicitado la certificación, la finca aún tiene que someterse a un proceso de auditoría.

Starbucks respondió que la finca no forma parte actualmente del programa C.A.F.E. Practices. La empresa no aclaró cuándo la finca dejó de estar certificada.

La empresa colombiana Cafexport, mencionada como cliente de la Finca San Fernando por el administrador de la propiedad, dijo que la finca no forma parte de sus programas de sostenibilidad ni de su cadena de suministro. Repórter Brasil preguntó a la empresa si esta relación comercial había existido alguna vez y cuándo fue la última vez que compró café a la finca, pero no había recibido respuesta cuando se finalizó este informe.

Cuando se le preguntó sobre las condiciones laborales en sus plantaciones, Volcafé no respondió a casos concretos y dijo que cuenta con un riguroso proceso de diligencia debida para evaluar y mitigar los riesgos en su cadena de suministro.

“Nos tomamos en serio las acusaciones de violaciones de los derechos humanos y nos comprometemos a erradicar el trabajo forzoso y todas las formas de abuso en la cadena de suministro de café”, reza el comunicado de la empresa.

La multinacional Nestlé no hizo comentarios sobre los casos concretos presentados por el informe. La compañía suiza afirmó que está “comprometida con la promoción de condiciones de trabajo decentes y la defensa de los derechos humanos en toda su cadena de suministro” y que trabaja con sus proveedores para “investigar inmediatamente y tomar las medidas necesarias” en caso de denuncias de incumplimiento de las normas de la multinacional.

El grupo alemán NKG declaró que no tiene a Finca La Siberia en su lista de proveedores de su empresa exportadora en Colombia, SKN Caribecafé. Sobre la Finca Los Naranjos, en Salgar, la empresa aclaró que ya ha comprado café a una finca del mismo nombre y en la misma ubicación, pero que se deben adelantar investigaciones más avanzadas para determinar si se trata de la misma finca. “En todo caso, la relación comercial terminó en 2023 y SKN Caribecafé no compró café de esta finca en 2024”, dice el comunicado de la empresa.

NKG también declaró que sus subsidiarias Rothfos Corporation, con sede en Estados Unidos, y Bernhard Rothfos, con sede en Alemania, no compraron café de las granjas mencionadas. “Sin embargo, debido a la complejidad de la cadena de suministro, nunca podemos descartar por completo la posibilidad de que café procedente de estas explotaciones haya entrado en nuestra cadena a través de ventas a terceros”, admitió la empresa. NKG también dijo estar “comprometida con la creación de transparencia y sostenibilidad” en sus negocios en el sector.

FCN no hizo comentarios sobre los casos presentados en este informe. La organización dijo que reconocía los retos del trabajo en el campo y que “no ignora ni minimiza la situación de informalidad que rodea a toda esta actividad…”.

Para la Federación de cafeteros, el alto nivel de informalidad en el campo colombiano se debe a la falta de normatividad aplicable en materia de pensiones y riesgos laborales. Para la FCN, un modelo de contribución adaptado a la realidad del mundo rural “permitiría que la población que trabaja en el campo y en zonas rurales dispersas pasara a formar parte del sector formal”, señaló. La organización también recordó que el 80% de los productores colombianos de café pertenecen a la categoría de agricultores familiares, según datos de la Encuesta Nacional Agropecuaria.

“Por lo tanto, cualquier regulación de la protección social debe ajustarse a esta realidad”, añadió.

Sucafina, Expocafé y las cooperativas de caficultores de Salgar y Huila no habían respondido a las preguntas en el momento de finalizar este informe.

Las declaraciones completas enviadas por las empresas mencionadas en este informe pueden leerse al final de este documento.

Además de las entrevistas realizadas en enero, Repórter Brasil también se puso en contacto posteriormente con los propietarios de las explotaciones que figuran en este informe para que comentaran las condiciones de trabajo ofrecidas en sus propiedades.

No fue posible encontrar los datos de contacto de los propietarios de las fincas Los Naranjos y San Fernando, donde Repórter Brasil habló con los administradores.

El equipo también se puso en contacto con el productor Lucas Vargas, propietario de La Siberia. Él reconoció que el alojamiento en la propiedad necesita ser mejorado y dijo que tiene la intención de hacerlo en agosto, cuando finalice la cosecha de la primera mitad del año en su propiedad.

CONCLUSIÓN:

Relaciones opacas

Propiedades donde Repórter Brasil estuvo en Colombia tenían placas con sellos de diferentes programas de certificación. Además, los administradores y propietarios de las fincas certificaron que sus cafetales contaban con sellos de buenas prácticas. Sin embargo, parte de estas relaciones no fueron confirmadas por los programas de certificación.

A Repórter Brasil, Fairtrade justificó que se necesitaba más tiempo para verificar la situación de determinadas fincas. Starbucks y 4C alegaron, en algunos casos, que la validez de sus sellos en las zonas visitadas había expirado en los meses anteriores a la presencia del equipo de investigación en esos lugares. También hubo un caso en el que, según Rainforest Alliance, una propiedad que exhibía el logotipo del sello en un cartel en la finca aún estaba en proceso de auditoría para la concesión del certificado.

Las incertidumbres provocadas por estas “versiones encontradas” se ven reforzadas por la falta de transparencia de los programas de certificación en relación con las fincas distinguidas con sus sellos. En los sitios web de todas las organizaciones nombradas en este informe no existen plataformas de acceso público que indiquen con exactitud todas las propiedades certificadas. En el caso de las certificaciones de fincas individuales, el sitio web de Rainforest Alliance, por ejemplo, solo proporciona el nombre de la propiedad y del titular del sello, sin especificar información básica, como el municipio y el estado, o incluso las coordenadas geográficas de la zona.

En los casos de certificaciones grupales, cuando un conjunto de productores es certificado en un mismo proceso, generalmente con la ayuda de una empresa o cooperativa, no se informan los detalles individuales de los caficultores que lo integran. Son precisamente las certificaciones grupales las que abarcan la mayoría de las fincas cafetaleras certificadas.

En la página web de Flocert, la entidad certificadora responsable de conceder el sello Fairtrade International, un sistema de búsqueda permite identificar a los “socios comerciales certificados por Fairtrade”. En abril de 2025, no había ninguna finca disponible al acceder a la lista de empresas colombianas que operan en el comercio de café certificado por Fairtrade. El sistema solo mostraba empresas, cooperativas y asociaciones de productores.

Tras ser consultada, Fairtrade no aclaró si tiene planes para avanzar en mecanismos de transparencia. El programa de certificación afirmó que Flocert emite certificados a organizaciones de pequeños productores y que, durante las auditorías, verifica la lista actual de miembros de la organización.

Rainforest Alliance, por su parte, dijo que se compromete a “proteger los datos de los titulares de certificados”, lo que incluye datos de localización de las fincas certificadas individualmente o en grupo. El programa de certificación afirmó que solo comparte esta información con entidades seleccionadas, como organismos de certificación y auditores. 4C reconoció la importancia de la transparencia y afirmó que está explorando “opciones para mejorar el acceso del público a la información sobre las certificaciones a nivel de finca”.

La Federación Nacional de Cafeteros respondió a los requerimientos del reporte:

“La problemática de la protección social para la mano de obra dedicada a la actividad de la caficultura, incluida la de los mismos productores de café en Colombia, ha sido de atención y estudio permanente por parte de la Federación.

La Federación, ni desconoce ni minimiza la situación de informalidad que rodea toda esta actividad, la cual no es ni diferente ni especial frente a la situación de la ruralidad y del campo colombiano. De manera reiterada hemos sido voceros de iniciativas para generar políticas públicas que conduzcan a mejoras y avances en esta materia…”.

Por su parte, Starbucks no detalló sus planes para aumentar la transparencia sobre las fincas incluidas en el programa C.A.F.E. Practices.

Jorge dos Santos Filho, coordinador de la Articulación de Empleados Rurales del Estado de Minas Gerais, el principal estado productor de café de Brasil destaca que esta realidad perjudica la supervisión de las buenas prácticas en las fincas cafeteras certificadas. “Sin transparencia, no hay control por parte de los movimientos de trabajadores, no hay exigencia por parte de la sociedad. Cuando no hay exigencia, existe la posibilidad de que se violen los derechos”, afirma.

 Sin seguridad social, los trabajadores se vuelven invisibles

Otro problema identificado en la investigación es la ausencia de registros formales en las relaciones laborales. Al ser invisibles, los trabajadores del sector cafetero quedan fuera del sistema de seguridad social, sin acceso a jubilación, subsidio por enfermedad ni protección alguna en caso de accidentes laborales.

Entre las propuestas discutidas por la OIT y otras organizaciones que buscan garantizar los derechos fundamentales en la recolección del café en Colombia99 está el aumento de la contribución al Fondo Nacional del Café100, administrado por la FNC.

Actualmente, los productores de café colombianos que exportan el grano deben pagar a la FNC seis centavos de dólar por cada libra (aproximadamente 454 gramos) de café exportada.

El sugerido por las organizaciones es aumentar esta contribución y que el incremento corra a cargo de las empresas compradoras internacionales. El valor adicional que entraría en el Fondo Nacional del Café, según la propuesta discutida por las organizaciones sectoriales, se utilizaría para contribuir a un mecanismo de seguridad social para los trabajadores del sector.

“De esta manera, podemos incluirlos en un sistema de protección social contributivo, de modo que, si sufren un accidente laboral, tengan la posibilidad de recibir contribuciones financieras para recuperarse”, explica Paola Campuzano, de la OIT. “Quizás un céntimo de euro o un centavo de dólar para el consumidor final no sea mucho, pero aquí resuelve el problema de la protección social”, añade.

Campuzano explica que las empresas internacionales exportadoras de granos participaron en las conversaciones que dieron origen a esta propuesta. “Los exportadores coincidieron en que es necesario hablar de protección social. Porque si no hay protección social, no hay forma de demostrar objetivamente que los productores con los que se comercia cumplen las normas laborales mínimas básicas”, señala. “En otras palabras: nuestros compradores finales deben ser parte de la solución”.

El gobierno colombiano, en colaboración con la OIT y otras entidades, han lanzado la campaña #FamiliasCafeteras

para sensibilizar a los trabajadores y productores sobre la importancia de garantizar la seguridad social y la salud ocupacional en el sector. La iniciativa busca promover el trabajo decente, incentivando la formalización de los trabajadores y la mejora de las condiciones de salud y seguridad en el trabajo.

Las leyes europeas cierran el cerco contra las violaciones

Una cuarta parte de las exportaciones de café de Colombia tienen como destino la Unión Europea103. El bloque económico se prepara para aplicar una nueva ley de diligencia debida con el objetivo de identificar, prevenir, mitigar y responder por las violaciones socioambientales que las empresas hayan causado o a las que hayan contribuido.

La Directiva sobre la Diligencia Debida en Materia de Sostenibilidad Empresarial entró en vigor en la Unión Europea en junio de 2024104. La nueva norma establece la obligación para las empresas que operan en el bloque, ya sean locales o filiales de multinacionales, con una facturación anual superior a 450 millones de euros y más de 1.000 empleados.

Los países miembros deberán transponer la directiva a sus legislaciones nacionales antes de julio de 2027. La plena aplicación de la nueva legislación está prevista para julio de 2029. También existen leyes nacionales que siguen principios similares y que ya están en vigor en países como Francia105 y Alemania.

En términos prácticos, las importadoras europeas de café colombiano deberán invertir en transparencia y trazabilidad para garantizar un producto libre de violaciones socioambientales en su cadena productiva.

Según expertos consultados por Repórter Brasil, todavía hay desconfianza sobre la eficacia de las nuevas normas. “Las leyes de diligencia debida obligan sin duda a las empresas a controlar mejor. Si eso va a ser el cambio que lo va a cambiar todo, no lo creo”, opina Fabio González, representante del Ministerio de Trabajo en Antioquia. “Encontrarán [otras] formas de blanquear su café con la explotación de los derechos laborales”.

*Repórter Brasil

Organización de Comunicación y Proyectos Sociales

Investigación complementaria: Giancarlos Delgado Huertas Mayra Alejandra Restrepo Sabaleta (ONG Voces por El Trabajo)